Son las cuatro de la mañana, hace frío, veo como las gotas de lluvia resbalan por mi ventana, estoy abrazada a mi almohada, deseando que fueras tú, quisiera dormir pero lo único que hago es pensar en ti y en todo aquello que vivimos antes de que tuvieras que partir lejos de aquí; creo que no pasamos el tiempo suficiente juntos. Quisiera no poder recordar, pero los recuerdos se repiten a una velocidad increíble dentro de mi cabeza; desde el día en que te conocí, hasta el día que te vi marchar en aquel avión. Recuerdo que la primera vez que te vi era una noche lluviosa, salías de un café al que yo iba entrar para resguardarme un poquito del frío, pero te encontrabas tan distraído que no te fijaste que estaba entrando y chocaste conmigo, nos dimos un fuerte cabezazo, formulamos una disculpa al mismo tiempo y nuestros ojos se encontraron, me sonreíste y hubo algo en tu sonrisa que me hizo sonreír también. Pensé que seguirí...