Observo por la ventana el cielo estrellado, recuerdo el primer momento en el que te vi, pareciera que fue ayer cuando decidiste aparecer en mi vida, nadie nunca me dijo que serías una parte importante en ella, a veces el destino hace cosas inesperadas que alumbran tu vida y le dan color, un ejemplo de eso es que hoy estés aquí junto a mí compartiendo conmigo.
Recuerdo que fue durante una noche estrellada, justo igual a esta. Solia tener la costumbre de caminar por las noches para descansar del ajetreo de la vida diaria, relajarme soñando despierta y distraerme; y justamente cuando me encontraba mas que perdida en mis pensamientos, tropecé con tus encantadores ojos verdes que si mal no recuerdo, se perdieron en los mios azules como el cielo, nos sonreimos timidamente y te animaste a hablarme. Me dijiste tu nombre: Colin, un nombre extraño, pero eso daba igual, además se escuchaba realmente bien junto al mío, Valentina.
Caminamos mientras conversabamos de la vida, de los lugares que nos rodeaban y de las estrellas, al parecer sabías mucho sobre ellas y eso era genial porque siempre fui una amante de las estrellas y todo lo relacionado con ellas, pero nunca tuve la oportunidad de analizarlas a fondo. Me invitaste a tomar un helado, una opción realmente loca, pero me gustaban las cosas fuera de lo común. Entramos a una de las heladerías mas famosas de la ciudad y entre ambos nos comimos un enorme helado de chocolate, mientras comenzábamos a conocernos, resultó ser que eras un astronomo y por eso sabías tanto de las estrellas, algo sumamente interesante comparada a mi profesion que era ser traductora. Me contaste que vivias solo con un niño de tres años que era tu hijo, fruto de un corto pero intenso amor con una mujer que lamentablemente decidió irse un día sin decir a donde ni porque dejandote con el niño, quien llevaba el nombre de Gabriel Alejandro. Te pregunte mucho sobre él y me hablaste con tanto amor y orgullo de él, que casi quise que lo trajeras para verlo en ese momento; luego cambiamos de tema y te enfocaste en mí, yo no tenía mucho que contar, vivia sola, trabajaba como traductora en una empresa de importante indole internacional y por las noches me dedicaba a caminar y soñar.
El tiempo en la heladería se nos paso sin darnos cuenta, solo nos percatamos de él, cuando el dueño nos pidió por favor que nos retiraramos porque debía cerrar, pagaste la cuenta y nos despedimos con un beso en la mejilla, acordamos vernos al dia siguiente luego del trabajo para cenar, yo encantada acepté y luego me vi el día siguiente deseando que el día terminase rapido para perderme nuevamente en tus ojos verdes; el día pasaba demasiado lento y cuando por fin la hora estaba cerca, mi corazón latía desbocado en mi pecho tal como lo hace una adolescente enamorada. Llegue al lugar acordado y ahí estabas vestido con traje, supongo que el de trabajo, pero estabas tan guapo que casi me desmayo, cuando me viste estuve a punto de caerme, mis piernas eran de gelatina, sin embargo como pude fui a tu mesa, nos saludamos y retomamos la conversación donde la habiamos dejado al dia anterior; hablamos, reímos y comimos otra vez olvidandonos del tiempo, pagamos la cuenta y fuimos a caminar, ese día no habian muchas estrellas pero la luna estaba tan brillante que la noche era simplemente hermosa. Nos tomamos de la mano y enviaste corrientes eléctricas a todo mi ser, en ese momento solo quería darte un beso de esos lentos y suaves que se sienten tan bien que no quieres que nunca terminen; yo no se si tenías algún poder sobrenatural o leias mentes, pero te hiciste eco de mis pensamientos y sin decirme nada, colocaste con suavidad tus manos en mi cintura y llevaste las mias alrededor de tu cuello, sin quitar en ningun momento tus ojos verdes sobre los mios, acortaste la distancia que nos mantenia separados y me besaste, tus labios eran calidos, suaves y perfectamente ajustables a los mios, nos besamos largo rato sin ser conscientes de nada de lo que ocurria alrededor, solo exitiamos tu y yo y nuestros labios unidos. Lamentablemente no eramos superheroes ni seres sobrenaturales y tuvimos que separarnos, nos sonreimos, dejaste una de tus manos en mi cintura y me acompañaste a casa, volvimos a besarnos otra vez con la promesa de vernos mañana.
Y así pasaron los días, entre besos y abrazos, caminatas, cenas y cuando ya las cosas se estaban poniendo serias, me presentaste a tu hijo, que resulto ser la cosa mas hermosa que habia en el mundo aparte de tus ojos, congeniamos muy bien, tanto que a veces nuestras salidas eran para tres y yo disfrutaba cada una de ellas.
Mas adelante con un año de novios y muchas lindas experiencias compartidas, me pediste matrimonio, yo acepté y nos casamos en una ceremonia linda y sencilla bajo la luz de las estrellas; adopte a Gabriel como mi hijo y luego de un año de matrimonio tuvimos una hermosa niña de ojos azules a quien le dimos el nombre de Estrella; compartimos buenas y malas experiencias, disfrutamos, reimos y cuidamos a nuestros bellos hijos que hoy son todos unos adultos jovenes.
Y a pesar de que ya han pasado mas de 20 años desde nuestro primer encuentro, lo sigo recordando como si fuera ayer.
Andre
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