Ese momento satisfactorio y a la vez incierto en el que encuentras a la persona que podría ser la indicada, la que se ajusta totalmente a los estándares que tienes -y que admites no tener- una sonrisa encantadora, amable, cariñoso, apasionado, distraído pero centrado a la vez, que no le importa ser él mismo en cualquier lugar en el que este, que le encantan los niños y como bono extra maravilloso: sabes que podrías pasarte todo el día y noche hablando de todo y nada a la vez, sin llegar a sofocar al otro. Es satisfactorio porque encontraste lo imposible -una sola persona con todos tus requerimientos personales- pero realmente incierto porque probablemente tú no entres dentro de sus estándares, posiblemente no pases ni por su cabeza en algún momento del día. Por ende, sabes y entiendes, que lo mejor es no hacerse ilusiones de ningún tipo, aunque las piernas se te vuelvan gelatinas cada vez que te habla de las cosas que te gustan, o cuando te sonríe o te abraza; es...